Desde mi ventana

Y desde mi ventana, hoy, el invierno envidioso, le echa un pulso a la primavera.

Ha vuelto el frío, y las calles siguen todavía desiertas.

El invierno en su eterno deseo de confinamiento, ha roto la baraja.

El click de la varilla retumba en nuestros hogares como ecos del pasado, y los niños guardan para luego sus carcajadas.

El invierno que no pudo llenar de nieve nuestras calles, las ha enfriado más que nunca. 

El hombre que siempre estuvo, en un hospital muere de pena.

La madre que coraje tuvo, hoy, se desespera.

Y detrás, la primavera, tranquila y sosegada coge impulso, coge fuerzas para barrer las barricadas. 

Y la esperanza, que siempre fue su gran aliada, se arrima al hombro de esa madre y la besa apasionada.

Y el hombre, un día despierta y ve a sus hijos desde casa, y agradece al sanitario el cariño y la templanza.

Y los niños, iluminan, con pequeños arcoiris las calles hoy dormidas, están matando el miedo, a lo lejos se ve la salida.

Y al invierno traicionero le recordamos día a día que, la primavera, tarde o temprano, le ganará la partida.

Beatriz Guirao



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